domingo, 28 de noviembre de 2010

SOBREVIVIENDO A UNA TEMPORADA EN SOUTH BEACH



Lo sé. Cómo voy a ser vuestra mejor y única fuente de información para vivir como la élite de Manhattan si os dejo huérfanas de glamour durante más de un mes…

La excusa es buena y es que he estado de vacaciones en South Beach. Estuve primero en Orlando, en los parques temáticos de Disney y Universal y aunque son, de largo, muchísimo más recomendables que Miami, tiene como menos glamour contar que has estado en Disneylandia que contar que has estado en Miami, más aún, en South Beach, así que corramos un tupido velo sobre lo de los parques aunque se dice en la reina cotilla que existen fotos de la mismísima Reina V con una diadema de orejitas de Minnie ;)

La verdad es que ser una Gossip Girl Low Cost en South Beach no es tarea fácil.

Para empezar, te puede pasar que el hotel de 60$ la noche, pese a estar en plena Collins Avenue y parecer la mismísima casa de Melrose Place, no tenga ni suelo y sí una capa de óxido sobre todos los sanitarios del cuarto de baño. Pero claro, se ve que en Miami, por 60$ tiene una que posar sus delicados pies sobre el propio hormigón.

Una vez adaptada a la rugosidad del suelo y a la humedad del ambiente – y lo digo en un sentido estrictamente literal, Dios me libre – puedes salir a dar un agradable paseo por Collins Avenue o por Ocean Drive y aún te faltarán tres detalles básicos para sentirte adaptada: un deportivo con lunas tintadas, algo de oro escandalosamente grande y ser negra. También ayuda bastante olvidar completamente el sentido del decoro y lucir un escote abusivo y una mini falda sin falda. Incluso te puedes lanzar a coger el autobús en bikini con tu mini bolso de fiesta y tacones y tu novio descamisado y tatuado hasta las cejas como complementos.

Si pese a tus esfuerzos, ves que no te integras en el entorno, puedes bajar todo Ocean Drive hasta el famosísimo Nikki Beach Club donde por la módica cantidad de 40$ puedes echarte en una tumbona que no está ni en la playa y hacer compañía a la versión americana de Ana Obregón en un ambiente un poco manido y chabacano. Si no tienes el pecho operado, más de 40 años y llevas tres meses tomando diariamente rayos UVA tampoco te sentirás integrada allí.

Te recomiendo en su lugar el Bentley Beach Club, inmediatamente anterior siguiendo la línea de playa, en el que por la mitad de precio, puedes disfrutar del día como si fueras una auténtica diva con delicioso almuerzo y cócteles a pie de hamaca.

Por la noche, sin duda hay mucho mejor ambiente en la zona de Lincoln Road o en Española Way que en la propia playa – donde parece que en cualquier momento te vas a ver envuelta en un ajuste de cuentas -. Lo divertido de Lincoln Road, aparte de sus restaurantes cuidados y agradablemente decorados, es que las tiendas permanecen abiertas hasta las 23:00h.
No te hagas ilusiones porque todo es de marca y cuesta un ojo de la cara pero es agradable el paseo y entrar en las tiendas tan decidida como si fueras a comprar algo para que la dependienta te dé las buenas noches como si fueras a heredar España.

En cuanto a restaurantes, si ves que sólo te llega para el Starbucks estás de enhorabuena porque abre 24h. Sin embargo, por ese precio puedes cenar en Pizzeria Rustica donde las pizzas, aparte de deliciosas, son tan enormes que es imposible acabar con una pequeña entre dos y apenas cuesta 14$.

En Española Way hay algunos restaurantes que merecen la pena. El mexicano en la esquina con Washington Avenue está genial para almorzar y es bastante asequible. Un poco más abajo hay un par de italianos con buena pinta. Cenamos estupendamente en uno cuyo nombre no recuerdo pero si el gerente es argentino y tan sexy que te animas a cenar allí aunque te soplen el doble que en el de enfrente, es ahí. El de enfrente no lo probé pero se reconoce fácil porque tiene un señor vestido de romano en la puerta. Como digo, no lo probé, pero doy fe de que las dos veces que pasamos por la puerta estaba lleno y había cola y eso, aquí y en Miami, suele ser buena señal.

En materia de shopping nos habían recomendado una especie de paraíso outlet llamado Sawgrass Mall. Creo que lo incluyen dentro de la lista de atracciones turísticas de la ciudad – que, de hecho, no tiene mucho más – y salen autobuses atestados de turistas con sus visas en ristre dispuestas a conseguir chollos de Ralph Lauren, Hilfiger, Calvin Klein… los habituales de los outlets.

Debe ser que no soy yo carne de factory porque después de llegar hasta allí en un trayecto que implicó una hora de autobús y 60$ de taxi no compré nada. Efectivamente, había saldos de grandes marcas con ciertos descuentos pero las prendas de otras temporadas se huelen de lejos igual aquí que en Miami.

Al final, aparte de los consabidos souvenirs, sólo invertí en unas Converse y un conjunto de Victoria’s Secret, ambos comprados, por supuesto, en sus sedes de Lincoln Road.

Qué le vamos a hacer: prefiero ser una vez Blair Waldorf que diez veces Vanessa Abrams.

Sabéis que me adoráis
xoxo